En esta obra las figuras se organizan bajo la cantidad de elementos dentro de un año, una semana y una hora (12, 7 y 60). Así mismo, se contraponen imágenes pertenecientes a temporalidades opuestas, se mezcla lo ficticio con lo nostálgico, la virtualidad y lo material.
Se aborda la función utilitaria de la medición del tiempo buscando mantener presente cómo la memoria y el pasado carecen de estructura y delimitaciones, sino más bien actúa como un flujo que todo lo contiene, sin distinción de lo real o lo falso y que es capaz de penetrar toda resistencia y categoría.